Árboles-botella

Los árboles-botella: Un método de adaptación a la sequía mundial

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El agua es un bien escaso desde hace unas cuántas décadas, pero el cambio climático, el incremento de los campos de cultivo, la ganadería intensiva (industrialización de la explotación ganadera) y las nuevas formas de vida están provocando una sequía a escala mundial muy difícil de revertir. El ingenio se agudiza en situaciones como ésta y los científicos trabajan en la búsqueda de métodos de adaptación a la sequía mundial, uno de los más innovadores son los árboles-botella, que han llevado a cabo aldeas de Madagascar usando troncos de baobabs. Precisamente estos últimos días se han celebrado efemérides importantes para el medio ambiente: Día Internacional de los bosques (21 de marzo), del agua (22 de marzo) y del clima (el próximo 26 de marzo). Recuerda que nuestros servicios de mantenimiento e instalación de calderas y aires acondicionados son respetuosos medioambientalmente y cuentan con los certificados ISO oficiales. Si necesitas pedir cita, lo puedes hacer online desde aquí.

Qué son los árboles-botella y cómo se adaptan a la sequía

Ya hace tiempo que se construyen aljibes, embalses y otras construcciones similares para poder almacenar el agua. Este bien tan preciado permite la supervivencia de las especies que necesitan hidratarse para continuar desarrollándose, para que sea posible la vida. Ahora un pequeño territorio inhóspito de Madagascar usa el interior de los baobabs como depósitos de agua, se trata de los denominados árboles-botella.

En concreto perforan los troncos facilitando así la recogida de agua y muchos de estos ejemplares pueden llegar a almacenar más de 140.000 litros de agua en su interior. Durante la temporada de lluvias es cuando más agua se recoge; por otro lado, el tronco no se debilita, ya que su madera está compuesta mayoritariamente también de agua.

Al margen de los beneficios recaudadores de agua de los baobabs, también sirven para obtener fibras resistentes con las que elaboran cuerdas y el polen como pegamento.

El 25% de la superficie terrestre (unos 3.600 millones de hectáreas) está desertificado. Y las previsiones no son demasiado alentadoras: Se estima que en 2030 la escasez de agua provocará el desplazamiento de entre 24 y 700 millones de personas.

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